La falta de incentivos a la soja atenta contra el cultivo: fuerte caída del uso de semilla fiscalizada.
Muchos lo consideran el motivo principal por el cual año a año bajan el poder germinativo y el vigor y no se sigue creciendo.
La soja 24/25 dio comienzo con muchos problemas de calidad. Los análisis de semilla arrojaron valores muy por debajo de lo previsto en materia de poder germinativo y vigor, lo que derivó en complicaciones en los nacimientos. También el año pasado ocurrió lo mismo, lo que comenzó a encender las alarmas.
Hay quienes consideran que el problema principal pasa por la falta de incentivos y pérdida de competitividad que hoy tiene el cultivo, lo que hace que el uso de semilla fiscalizada caiga año a año.
Faltan controles de calidad. Eso es una realidad.
Por supuesto cada productor sabe hasta donde le dan los números, hasta donde puede invertir para que el negocio le resulte más rentable y hasta donde no. Pero es innegable que el hecho que se use tan poca cantidad de semilla fiscalizada como está ocurriendo, inevitablemente atenta contra la calidad y contra un mejor desarrollo del cultivo.
Según el último informe realizado por el Instituto Nacional de Semillas (Inase) en base a las declaraciones efectuadas por productores ante el Sistema de Información Simplificado Agrícola (SISA), el uso de semilla fiscalizada en 2023/24 fue estimado en 14,3%. Se trata de un nivel más de tres puntos inferior al de la campaña anterior y el más bajo de al menos la última década.
El promedio de antigüedad de las variedades empleadas en 2023/24 fue de 13,3 años, una cifra similar a la registrada en el ciclo anterior y casi tres puntos más baja que la de la campaña 2021/22. Por su parte los cultivares sin propiedad intelectual utilizados en 2023/4 registraron una antigüedad promedio de 26 años.
Por eso, si bien existe evidencia científica que muestra un avance significativo en materia de ganancia genética en soja, gran parte de la misma no logra expresarse por el bajo uso de semilla fiscalizada.